«El pueblo decae y muere cuando su unidad interna, moral, se rompe, y
aparece una generación entera, descreída, que se considera anillo roto
en la cadena de los siglos, ignorando que sin la comunidad de tradición
no hay Patria; que la Patria no la forma el suelo que pisamos, ni la
atmósfera que respiramos, ni el sol que nos alumbra, sino aquel
patrimonio espiritual que han fabricado para nosotros las generaciones
anteriores durante siglos, y que tenemos el derecho de perfeccionar, de
dilatar, de engrandecer, pero no de malbaratar, no de destruir, no de
hacer que llegue mermado o que no llegue a las generaciones venideras».
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