miércoles, 19 de agosto de 2015

EL FRENTE POPULAR Y LA MINA DE CAMUÑAS

 

Querido lector, este artículo está libre de cualquier falsificación histórica ya que los datos que contiene proceden de una investigación que se realizó in situ en la misma Mina de Camuñas.

LOCALIZACION

El municipio de Camuñas (Toledo) se encuentra situado en la falda de la montaña Cabeza-gorda, en la margen izquierda del río Amarguillo, en la comarca de La Mancha. Linda con los términos municipales de Puerto Lápice y Herencia, en la provincia de Ciudad Real, y Madridejos y Villafranca de los Caballeros en la de Toledo y su término se extiende por una amplia meseta. El extremo meridional es el menos llano, con barrancos, gargantas y montañas que casi llegan a los 1.000 metros de altitud. Por el oeste se encuentra una vega que se prolonga hasta el Amarguillo y el monte llamado Cañada de las Vacas que se extiende a los lados de la Autovía del Sur. A la derecha de la carretera hay una montaña en cuya cima hay tres bocas de antiguas minas, una de las cuales es de gran profundidad.

LA FOSA

En esta fosa común entre los cadáveres que eran transportados en camiones, los que se mataban cerca de la fosa y aquellos a los que metían vivos hay alrededor de 6.000 personas que fueron enterradas por el frente popular. Hay quien lo compara con el hecho histórico de Katyn en Rusia, que como este de España ha sido ocultado, tanto por el partido comunista, la URSS y la “buenísima” República española.

Para que los cuerpos no fueran descubiertos se les echó arena y cal hasta que se taparan completamente, pero hace 5 años un grupo de espeleólogos quitando todo el material que cubría los cuerpos y los huesos de los enterrados, se encontró con una de las mayores matanzas hechas al bando nacional, superior incluso al tristemente famoso Paracuellos del Jarama perpetrado por el comunista Santiago Carrillo.

Entre los que murieron se encuentran gentes cuyo único delito era ser cristianas, curas, monjes, aquellos que no levantaban el puño, los que apoyaban al bando nacional y tenían tierras… Vemos pues, como la “modélica” República española odiaba a todos los que no pensaban como ellos, y parece que ahora Podemos y sus derivados lo vuelven a hacer.

LA LEY DE MEMORIA HISTORICA

Llegados a este punto es necesario mencionar la fatídica ley de Memoria Histórica que como bien sabrá, querido lector, fue aprobada durante el mandato de Zapatero, buscando el revanchismo por haber perdido su abuela la guerra civil contra el bando nacional y que como sabemos por múltiples noticias y artículos en todos los periódicos de tirada nacional se han hecho levantamientos de tumbas (claro está, solo los del bando republicano, asesinados por los “malos” del bando nacional). El día en que se puso en marcha ya se sabía (por lo menos nosotros) o se tenía una ligera idea hacia qué bando iría dirigida la dichosa ley.

TEXTOS

Este hecho se ha mencionado muy poco, por no decir nada, en los LIBROS sobre la guerra civil, por ello reproduciré algunas de las menciones:

Francisco ALIA MIRANDA en su obra “La Guerra civil en retaguardia: conflicto y revolución en la provincia de Ciudad Real (1936-1939)”, trabajo que publicó en 1994 el área de Cultura de la Diputación de Ciudad Real, en la página 218 afirma que:

“Las ejecuciones de la zona de Ciudad Real se realizaron en su mayor parte en los primeros meses en las tapias del cementerio capitalino, pasando luego a ser el principal lugar de ejecución que sería el famoso “pozo Carrión”, pozo de una noria que había quedado dentro del cementerio de Carrión de Calatrava al ampliarse éste con anterioridad al estallido de la guerra. Según testimonio del alcalde de dicha población al Fiscal de la Causa General, en 1943 no se había podido exhumar los cadáveres existentes en el pozo-noria del interior del cementerio “por ser de bastante profundidad calculándose habrá unos 600 cadáveres, ignorándose el origen de la mayor parte de ellos”. Los de la zona sur de la provincia de Ciudad Real empleaban el cementerio de Valdepeñas, y los lindantes con la provincia de Toledo la mina abandonada de Las Cabezuelas, en el término de Camuñas (Toledo) y cercana a Puerto Lápice (Ciudad Real).

Manuel Azaña en «La revolución abortada», comentario incluido en “Causas de la guerra de España”, Crítica, Barcelona, 1986. Afirma que:

“Algunas de estas fosas se convertirán en depósito permanente de cadáveres durante toda la guerra, como el pozo de la mina de Camuñas, donde los milicianos irán arrojando a lo largo de tres años a sus víctimas de Ciudad Real y Toledo. Otras fosas, como las de Paracuellos, son fehaciente prueba de exterminios masivos con un alto grado de organización. Y en el mismo capítulo hay que mencionar el testimonio forense: los informes oficiales de las instituciones policiales o judiciales, aún no controladas por los comités del Frente Popular, que en las primeras semanas del Terror rojo proceden al levantamiento de los cadáveres y a su examen y registro fotográfico. Son especialmente abundantes las imágenes procedentes de Madrid, que es también la ciudad con mayor número de víctimas del Terror. Las fotografías hablan de tiros en la nuca, pero también de cabezas aplastadas con piedras de gran tamaño, antes o después de la muerte; los informes forenses detallan asimismo violaciones y torturas, así como miembros amputados. Esta fuente gráfica se cegará cuando el aparato institucional quede definitivamente bajo el poder de los partidos revolucionarios. En Gijón, por ejemplo, el 14 de agosto de 1936 los milicianos prohíben al médico forense del juzgado de instrucción del distrito de Oriente seguir identificando cadáveres mediante retratos fotográficos. Se trataba de borrar pistas. Lo mismo ocurrirá en el resto de España. Las muertes continuarán, pero ya nadie guardará la imagen de los cadáveres”.

Según el sacerdote y prestigioso historiador Ángel David Martín Rubio, en su obra “Guerra Civil y Represión: El combate por la Memoria” escribe:

“Algo semejante cabría decir de tantos de los que fueron sacados de las checas y cárceles que abundaban en la retaguardia revolucionaria: aparte de los casos más conocidos de Madrid y Barcelona, en varios lugares de La Mancha se conservan pozos atestados con los cadáveres que dejaban a su paso los defensores de la República y que hasta ahora no han sido exhumados. Pero las fosas de la memoria son para ellos sólo un pretexto: la reiterada parcialidad con que se asume una cuestión tan largamente debatida excusa de más demostración acerca de su verdadera intención. Uno de los casos más dramáticos es el del pozo de la mina situada en término de Camuñas donde los revolucionarios arrojaban a las víctimas de los pueblos limítrofes de Ciudad Real y Toledo”.

TESTIMONIOS de algunos de los familiares de los que se encuentran enterrados en la Mina:

Dioni: “Quiero que me amortajen con ella cuando me muera”, explica. “A mi abuelo lo mataron por ser cristiano y yo conocí a mi padre porque la guerra la ganó Franco”. Éste se opone a la apertura de las fosas.

Miguel y Jesús Martín-Benito: En la fosa está el cuerpo de mi padre, al que mataron por ser un hombre justo. Acudieron con sus esposas e hijos y dijeron sentir una mezcla de sentimientos: El “dolor” por recordar lo sucedido y la “alegría” de poder rezar por mi padre.

Juan Pérez Olivares, de 65 años, “no he vivido los horrores de la guerra, pero mi madre me narraba entre lágrimas las circunstancias en que mi tío, Teófilo Gutiérrez, fue asesinado a los 26 años”. “Lo mataron únicamente porque era cristiano, vengo aquí porque mi madre le tenía pasión, y siempre me hablaba sobre él”.

Familiares del sacerdote Sebastián Alfonso Tapia: Se dirigió a sus verdugos para espetarles las famosas palabras de Jesucristo: “Padre, perdónales porque no saben lo que hacen”.

Algunos de los asistentes a una misa que se celebró poco después de ser desenterrados dijeron: “No hay que remover, pero si se remueve, que se remueva lo de todos”.

LOS PRIMEROS CUERPOS LOCALIZADOS

Emiliano Encinas, Emilio Martín Benito, Roso Gallego, José González Román y Villarreal, José Romero Santa Cruz, Sixto Salas García Tapial, Blas Galán Santa Cruz, Jorge Antonio Moara Santa Cruz, Concepción Cano Cano, Román Cano Giménez, Román Cano Giménez, Diógenes Beteta Corrales, Manuel Muñoz Mariolanca, Leoncio Ballesteros Cano, Eugenio Ortega Santa Cruz, Lorenzo Martín Benito, Manuel Gracia Moreno Romero, Herminio Velasco Alberca, Vicenta Ávila Durango, Eugenia de Castro.

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