Autor del Poema: José Montero
LA VILLA ARCAICA
Rancia villa de señores,
De caudillos vencedores
Y de abades,
En tus calles solitarias
Vibran voces centenarias
De las pasadas edades,
Vivió en ti la heroica raza
Gallarda y dominadora
De los Andes,
Hombres de guerrera traza
Vencedora
Que llevó Farnesio a Flandes.
Bravas águilas guerreras,
Cuyas alas altaneras
Se posaron victoriosas,
En las trágicas batallas,
Sobre escarpas peligrosas,
De fatídicas murallas.
En tus viejos caserones
Coronados de blasones
Se alistaron
Los audaces campeones
Que sus ínclitos pendones
Por Italia pasearon.
Y en tus calles silenciosas
Y encharcadas,
Aún se escuchan las pisadas
Resonantes y orgullosas
De los bravos caballeros,
Que dejaban sus solares
Para lucir altaneros
Los bigotes militares.
Sobre los pardos leones
Del roto escudo triunfal,
Cifra de los campeones,
Abre su pompa un rosal.
Y en el balcón florecido
Tiene su templo y su nido
La doncella castellana,
Que da al sol de la mañana
Su rostro empalidecido.
Señora sin caballero,
Castellana sin juglar,
Sin dueño ni ballestero,
No la defiende un acero
Ni la acaricia un cantar.
Tejiendo sueños gentiles
Se va arrugando su frente,
Mientras mira en Occidente
El sol de sus quince abriles.
De sus ensueños señora,
Mira en la torre almenada
El espejo de la luna
Brilladora,
Y aún espera enamorada
Lances de amor y fortuna
¡Triste flor
Que en el balcón blasonado
Espera al dulce enviado
Del amor !
Vieja villa de señores,
Ya no hay lances ni torneos,
Ni caudillos vencedores,
Ni amorosos galanteos,
Ni prelados retadores.
Tu pasado
Yace oscuro y olvidado
Sobre los altos pilares
De los arcos carcomidos,
Y en los mármoles floridos de los góticos altares.
Vieja villa señorial,
Duerme y reposa olvidada
Bajo la luz tamizada
Del viejo sol otoñal.
Rancia villa de señores,
De caudillos vencedores
Y de abades,
En tus calles solitarias
Vibran voces centenarias
De las pasadas edades,
Vivió en ti la heroica raza
Gallarda y dominadora
De los Andes,
Hombres de guerrera traza
Vencedora
Que llevó Farnesio a Flandes.
Bravas águilas guerreras,
Cuyas alas altaneras
Se posaron victoriosas,
En las trágicas batallas,
Sobre escarpas peligrosas,
De fatídicas murallas.
En tus viejos caserones
Coronados de blasones
Se alistaron
Los audaces campeones
Que sus ínclitos pendones
Por Italia pasearon.
Y en tus calles silenciosas
Y encharcadas,
Aún se escuchan las pisadas
Resonantes y orgullosas
De los bravos caballeros,
Que dejaban sus solares
Para lucir altaneros
Los bigotes militares.
Sobre los pardos leones
Del roto escudo triunfal,
Cifra de los campeones,
Abre su pompa un rosal.
Y en el balcón florecido
Tiene su templo y su nido
La doncella castellana,
Que da al sol de la mañana
Su rostro empalidecido.
Señora sin caballero,
Castellana sin juglar,
Sin dueño ni ballestero,
No la defiende un acero
Ni la acaricia un cantar.
Tejiendo sueños gentiles
Se va arrugando su frente,
Mientras mira en Occidente
El sol de sus quince abriles.
De sus ensueños señora,
Mira en la torre almenada
El espejo de la luna
Brilladora,
Y aún espera enamorada
Lances de amor y fortuna
¡Triste flor
Que en el balcón blasonado
Espera al dulce enviado
Del amor !
Vieja villa de señores,
Ya no hay lances ni torneos,
Ni caudillos vencedores,
Ni amorosos galanteos,
Ni prelados retadores.
Tu pasado
Yace oscuro y olvidado
Sobre los altos pilares
De los arcos carcomidos,
Y en los mármoles floridos de los góticos altares.
Vieja villa señorial,
Duerme y reposa olvidada
Bajo la luz tamizada
Del viejo sol otoñal.
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