SONETO EN LA MUERTE DE JOSÉ ANTONIO PRIMO DE RIVERA
Vede la tierra allí con su momento.
No rompa el aire su mortal sentido.
Aquí yace la lanza que he tenido
rasgada la tiniebla del firmamento.
No se ha roto el empuje de tu aliento.
Tu anhelo, en soledades enciendo,
sigue su curso, ya que no es vencido
por la sopresa del sudor sangriento.
Deja mirar tu luz a quien espera,
cisne del pensamiento, en la morada
donde la muerte transparenta el ceño.
No queda el mar porque la muerte quiera
sin su bravura y vida desatada;
nunca es ceniza el valeroso sueño
MANUEL DIÉZ CRESPO
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