“Progre” es una expresión a medias despectiva, a medias
condescendiente, con que los comunistas solían llamar a quienes
colaboraban con el PCE, generalmente comprando algún “mundo obrero”, o
echando alguna firma en los papeles de protesta por tal o cuál medida
del franquismo o pasando alguna pequeña cantidad de dinero; pero que,
desde luego, no pasaban de ahí: favorecían al PCE, y trataban de
perjudicar al régimen, pero sin comprometerse ni correr riesgos. El PCE
había perdido su capacidad de satelizarlos, pero la expresión ha quedado
y su sentido se ha difuminado, por lo que conviene precisarlo más:
El progre de pro es abortista y homosexualista.
El progre de pro detesta la religión católica y cree que la brutal
persecución religiosa en la guerra civil “se la buscó la Iglesia”.
El progre de pro siente una simpatía difusa, pero profunda, por la
Cuba de Castro, por la ETA y hasta por el terrorismo del Estado
Islámico, al que quiere “combatir” con empatía y diálogo. Porque siente
empatía por ellos.
El progre de pro cree que fue real la “matanza de Badajoz” o que el
bombardeo de Guernica causó cientos o miles de muertos, pero considera
que “ya está bien de airear lo de Paracuellos”.
El progre de pro es muy europeísta, aunque apenas si tiene cuatro ideas tópicas sobre Europa y su historia.
El progre de pro cree que los países europeos deberían abrir
incondicionalmente sus fronteras a las masas que llegan de otros países,
aunque, desde luego, no están dispuestos a compartir con ellos sus
casas o sus trabajos, para facilitarles las cosas.
El progre de pro condena los crímenes nazis, pero llama nazi a Israel.
El progre de pro está convencido de que la historia de España es desastrosa o criminal.
El progre de pro simpatiza con los separatismos o es separatista si está en Cataluña o Vascongadas.
El progre de pro odia al franquismo, del que sabe tan poco como de Europa. Y sobre el que no quiere aprender nada.
El progre de pro traga con entusiasmo todas las historietas
subvencionadas desde el poder sobre las “víctimas del franquismo”, las
cunetas… etc.
El progre de pro se siente ecologista, pero consume todos los
productos a su juicio perjudiciales para el medio ambiente que se le
ponen a mano. Se posiciona contra la alienación, pero suele ser
consumidor de porros.
El progre de pro cree que el estado debe subvenir a todas las
necesidades, aunque no le gusta pagar impuestos ni sabe cómo se
financiarán esas tareas.
El progre de pro es partidario de imponer una enseñanza “pública”
dominada por gente de sus ideas y con exclusión de cualquier otra
opción, la quieran los padres o no.
El progre de pro cree que quienes no piensen como él debería estar en la cárcel o al menos reducidos al silencio.
El progre suele estar forrado.
Y así sucesivamente. En resumen, el progre de pro cree bueno todo lo
que socave a España, a la familia y más en general a la cultura
cristiana y occidental (“capitalista”: tampoco sabe mucho a qué se
refiere). Y que todo lo que vaya en sentido contrario debe prohibirse
por “fascista, “reaccionario”, “machista” o lo que se le ocurra.
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