Si por murallas, pasión nunca sabida,
voces proclaman tu carne como escena,
¿qué tu boca sin sed, de tierra llena,
responde a nuestro amor y enorme vida?
Escucharás siquiera la florida
rama de encima, por siglos tan serena,
o el vidrio que derrama en dura pena
peña sufriendo ríos sin medida ?
Muerte cegó a tus ojos y usó el frío
hierro en tus pies, cadenas destinadas
a privarte del aire del rocío.
José Antonio, Señor, yacen desesperadas,
olvido del invierno y el estío,
las naves mozas por tu canto armadas
ÁLVARO CUNQUEIRO
No hay comentarios:
Publicar un comentario